Ana María: ‘Somos capaces de superar grandes retos’
Le pedimos que se presente y va directo al grano: «Soy Ana María, tengo ya 25 años y soy de Huelva». Por nuestra parte, añadimos que la hemos visto crecer desde 2005, cuando se unió a la familia «menuda», que lee a Shakespeare, que siente pasión por el Camino de Santiago y que nos llega al corazón por su simpatía y su espíritu de lucha.
Cuando tenía un mes y medio, los padres de Ana María recibieron el diagnóstico que les llevó de Huelva a Sevilla y de la capital andaluza al Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Su tercera hija había nacido con una cardiopatía congénita. En este centro, donde estuvo tratándose durante casi 20 años antes de ser derivada al Hospital La Paz, Ana María conoció la Fundación y encontró lo que ella define como “sus amigos de Menudos Corazones”.
Al cumplir la mayoría de edad, Belén, una de nuestras psicólogas, le habló del Proyecto para Jóvenes y de sus encuentros anuales. “Me pareció un gran reto. ¡Yo siempre había soñado con hacer el Camino de Santiago! Me apunté a última hora y empecé a entrenar con la handbike”, recuerda la joven.
Durante estos años de participación activa en el Proyecto para Jóvenes, ¿qué has aprendido de tus compañeros?
Que trabajando en equipo somos capaces de superar grandes retos. Aunque la gente diga que no podemos hacer muchas cosas, el Camino de Santiago me ha demostrado que, si ponemos empeño y tenemos el propósito de superarnos a nosotros mismos, no importa los desafíos que la vida nos ponga por delante.
Por lo tanto, estoy agradecida con la Fundación por darme la oportunidad de conocer a personas que tienen el mismo problema de corazón que yo, o incluso otro peor, y que afrontan y superan sus propios retos cada día. Ahora tengo más amigos, aunque sea a distancia. Y quiero seguir aprendiendo más de ellos.
Por ejemplo, en tu vida diaria, ¿cuáles son los retos que te plantean tus problemas de corazón?
Necesito ayuda para desplazarme a los sitios, tanto para estudiar como para divertirme, ya que no puedo moverme o andar con la misma facilidad que los demás. Salir de forma imprevista es complicado porque tengo que tomar la medicación y no puedo practicar tantos deportes como quisiera o estudiar mucho tiempo seguido por mi falta de oxígeno.
¿Cómo afrontas estas dificultades?
A veces es frustrante, porque las cardiopatías congénitas hacen que dependamos bastante de la ayuda de los demás, pero cuando tengo que desplazarme a algún sitio procuro ser un poco más autónoma y usar mi moto eléctrica o coger el autobús. Lo que llevo peor es cuando quiero salir con amigos pues, aunque conozco a mucha gente, pocos son los que me aceptan como soy.
DISFRUTAR DE LA VIDA
¿Qué le deseas a Menudos Corazones en sus 15 años como fundación? Que siga trabajando así de genial con los afectados y sus familias.
¿Cuál es uno de tus sueños? Me encantaría viajar a países bonitos como Italia y Francia.
¿Dónde te ves en cinco años? Trabajando de administrativa en un hospital o en el Ayuntamiento.
¿Algo que hagas cada día? ¡Leer! Y no solo libros: soy aficionada al cómic y al manga.
¿Nos recomiendas un libro? El código Da Vinci y también las obras de Shakespeare. Solo me falta leer Otelo y las de los Enrique.
Entonces, te gustará actuar, ¿no? Pues sí, hace un tiempo participé en la obra Jesucristo Superstar en un teatro de Huelva, con una asociación.
¿Con qué disfrutas? Con salir a caminar con mi novio, que es cardiópata, como nosotros. Es vecino mío y fue mi profesor de Informática en el módulo.
También te gusta nadar, ¿verdad? Sí, y montar a caballo, aunque no lo hago desde que me operaron del corazón. La sensación es de plena libertad. Para la gente con discapacidad, los caballos son muy relajantes.
¿Cuál es tu mensaje para un niño con cardiopatía congénita? Que hay que disfrutar cada día de la vida y no darse por vencido.
Verano, 2018.
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