Samu: ‘Si algo me gustaría en 2020 es encontrar un trabajo estable’
Samu tiene 29 años y una sonrisa dibujada constantemente en el rostro, que transparenta su personalidad alegre y sencilla. A principios de año, este madrileño nos habló, sin trampa ni cartón, de sus inquietudes y sus sueños.
Todo comenzó un 9 de marzo de 1991…
Cuando nací, me trasladaron rápidamente del Hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid) al Ramón y Cajal porque vieron que tenía un problema de corazón. Allí me hicieron pruebas y me diagnosticaron una trasposición de grandes vasos. Se dieron cuenta de que no iba a aguantar nueve meses a ganar el peso suficiente para operarme, a pesar del primer cateterismo y de una Rashkind [procedimiento terapéutico con un catéter balón], así que decidieron hacer la cirugía.
A partir de eso, he estado muy bien. No fue hasta hace unos cuatro o cinco años cuando empecé con medicación. He seguido yendo a mis revisiones anualmente con normalidad, pero la última vez descubrieron que había alguna alteración, así que la próxima será a los seis meses en lugar de a los doce y, según haya evolucionado, quizá tengan que volver a intervenirme.
¿Qué es lo que más recuerdas de esos primeros años?
En el colegio, al principio, tuve problemas de adaptación porque los profesores llevaban batas blancas y todo me recordaba al hospital. Y aunque tenía compañeros, tampoco tuve mucha suerte con las amistades hasta que llegué a Menudos Corazones en 2014, con 22 años.
También recuerdo mucho a mi abuela: fue un apoyo muy grande cuando yo era pequeño, porque cada vez que tenía revisión venía desde Málaga a Madrid para acompañarme al hospital.
Y, hoy por hoy, ¿cómo es un día normal para ti?
Me levanto, me ducho y me tomo la medicación: cuando me la mandaron, simplemente cogí la nueva costumbre de hacerlo por la mañana, para que no se me olvide. Así no me resulta difícil seguir el tratamiento. Después desayuno y hago lo que tenga pendiente para ese día. Luego miro a ver si hay algún curso que me interese o alguna oferta de empleo, echo currículum, voy a la oficina del paro… Desde que terminé el grado medio en Gestión Administrativa he hecho muchas formaciones y he tenido algunos trabajos.
Uno de mis logros del pasado año fue mi puesto como auxiliar administrativo en el Ayuntamiento de Getafe durante 6 meses, ¡me encantó! Si algo me gustaría en 2020 es encontrar un trabajo estable, pero tal y como están las cosas…
Comentabas que no conociste a la Fundación hasta los 22 años. ¿Cómo fue?
En febrero de 2014, mi madre la encontró por internet y llamamos: tuvimos una entrevista en la que nos contaron qué era Menudos Corazones y nos hablaron del Proyecto para Jóvenes y del Camino de Santiago que iban a hacer en septiembre, me gustó la idea y me apunté. Aunque en marzo me operaron de un Chiari [malformación congénita del cráneo y el cerebelo] y, entre lo que estuve en el hospital, la recuperación… pude ir a muy pocos entrenamientos. A pesar de ello, ¡las etapas se me dieron muy bien!
¿Qué significó para ti descubrir a Menudos Corazones?
Pues mucho: es lo mejor que me ha pasado en la vida. En la Fundación he encontrado verdaderos amigos con quienes, además de compartir la cardiopatía (aunque cada cual tenga una distinta), comparto mi tiempo y los intereses propios de mi edad. Hemos hecho muy buenas migas. No sabría decirte cuál ha sido la mejor experiencia desde que conocí a Menudos Corazones porque todas han sido buenas: el Camino Francés, el Portugués, el reto en Ordesa y Monte Perdido…
Una de las últimas ha sido el Puente Cardiosaludable de diciembre, organizada directamente por los jóvenes e impulsada por la Fundación a través de #Involúcrate. ¿Qué opinas de esta convocatoria?
Me parece muy bien que, a través de esta convocatoria, la Fundación recoja y apoye nuestras ideas. Con ellas, los jóvenes aportamos a Menudos Corazones unidad, amistad y esa actitud de ayuda mutua que entre nosotros vivimos.
Si tuvieras que describirte, dirías que eres… Una persona alegre, simpática y sociable.
¿De qué eres fan? Del Real Madrid.
Si tuvieras un superpoder, ¿cuál sería? Conseguir un trabajo estable.
¿Qué tres cosas te llevarías a una isla desierta? Una brújula, una tienda de campaña y amigos.
Si pudieras aprender algo nuevo, aprenderías… Un idioma que no fuera inglés: como alemán, chino o japonés.
¿Alguien a quien admires? A mi familia: me han ayudado mucho.
Si pudieras quedarte toda la vida en la misma edad, ¿en cuál sería? En cualquiera a partir de los 22 años, que fue cuando conocí a Menudos Corazones.
Conoce otras "Historias con corazón"