Víctor Bautista: ‘El cirujano cardiaco debería atender al paciente desde antes de nacer y hasta la edad adulta’
El ganador de la Beca Menudos Corazones de Investigación Médica en su segunda edición de 2019, convocada junto a la Sociedad Española de Cardiología Pediátrica y Cardiopatías Congénitas, nos acerca a su innovador estudio para comprender cómo puede mejorar la calidad de vida y el pronóstico de niños y niñas con cardiopatía.
En el marco de nuestra XVI Jornada sobre Cardiopatías Congénitas en Madrid, el doctor Bautista, jefe de cirugía cardiaca infantil y congénita del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña, también director del Grupo de Investigación de Cardiopatía Estructural y Congénita del Instituto de Investigación Biomédica de A Coruña (INIBIC), presentó el proyecto “Aislamiento de mitocondrias para autotrasplante en pacientes pediátricos con cardiopatías congénitas”. A su vez, destacó la importancia “vital” de estos encuentros que sirven como “foro de interacción con pacientes y familias fuera el medio hospitalario”.
¿Podrías explicarnos en qué consiste la investigación por la que has sido premiado con la Beca Menudos Corazones?
La mitocondria es una parte de la célula que se encarga de generar la energía necesaria para que todo funcione correctamente. Se sabe que, en determinadas cardiopatías y desde estadios muy incipientes, la función de estos “generadores de energía celular” está alterada.
La línea de nuestra investigación parte del Hospital de Niños de Boston [Boston Children’s Hospital], donde han iniciado una terapia muy innovadora que consiste en extraer mitocondrias sanas de otras partes del organismo del propio paciente e inyectarlas en su corazón, de manera que sustituyan a aquellas que no están cumpliendo este propósito. Hicieron un estudio clínico con unos poquitos casos desesperados en los que, después de una cirugía, el corazón no tenía fuerza para mantener un gasto cardiaco aceptable y se hacía necesaria una asistencia circulatoria a través de un soporte avanzado (ECMO).
Si esta terapia se estandariza, podría ser aplicable en múltiples cardiopatías y en diferentes circunstancias; incluso a otras enfermedades que no tienen nada que ver con el músculo cardiaco.
Que una entidad de pacientes nos conceda su ayuda económica para desarrollar este proyecto con el que mejorar la calidad de vida y el pronóstico de estos niños es un gran honor.
Conoces bien el Hospital de Niños de Boston, referente en el tratamiento de cardiopatías congénitas, donde tuviste la oportunidad de formarte…
Desde el principio tuve claro que quería dedicarme a la cirugía cardiaca de las cardiopatías congénitas –creo que debería ser así y no solo cirugía cardiaca infantil, sino que el cirujano cardiaco debería atender al paciente desde antes de nacer y hasta la edad adulta. Es hacia donde creo que nos dirigimos, una fórmula que ya se está haciendo presente en nuestro país–.
En España no existe una formación específica, sino que solo en unos pocos centros con programas de cirugía cardiaca infantil puede uno formarse en ese sentido. Mi primera estancia en Boston fue en 2004, durante mi primer año de residente. Estuve allí un año haciendo investigación y dos más como cirujano cardiaco.
Como profesor en la Universidad de Santiago de Compostela, ¿qué importancia tiene la investigación en la formación de las futuras generaciones médicas?
Se trata de un tema controvertido. Hoy en día, la enseñanza de las facultades está muy enfocada a lo que va a requerir una persona graduada, que es pasar el examen para Médico Interno Residente (MIR). Desde mi punto de vista, se le da menos importancia de la que se debería. Pero está claro que el futuro de la Medicina pasa por la investigación y la innovación, que pueden ir de la mano. Antes, la asistencia clínica era lo más importante y con el devenir de los años se está viendo que también la docencia, la investigación y la innovación son campos fundamentales para cualquier médico que se precie.
En el momento de la resolución de la segunda edición de la Beca, mencionaste la posibilidad de llevar a cabo, más adelante, un ensayo clínico. ¿Qué avances has podido realizar en los últimos meses?
Nuestra idea es empezar con ensayos clínicos a la mayor brevedad posible, pero con estas informaciones siempre hay que ser muy prudente: no podemos transmitir a la gente que mañana mismo habrá una cura para la insuficiencia cardiaca en pacientes congénitos pediátricos, o para el infarto agudo de miocardio en personas adultas.
Sin embargo, creo que sí estamos dando los pasos adecuados para llevarlos a cabo en poco tiempo; en un par de años, a lo mejor. Hemos conseguido hacer aislamiento de mitocondrias en nuestro centro en Galicia, pertenecientes a niños operados de cardiopatías congénitas. Además, tenemos un acuerdo de colaboración con el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares y, concretamente, dentro del grupo del Dr. Borja Ibáñez, para hacer los estudios en animales de experimentación sobre la viabilidad de este autotrasplante de mitocondrias.
¿Qué ha significado la concesión de esta ayuda para el proyecto?
Es algo por lo que no puedo dejar de reiterar mi agradecimiento a la Fundación Menudos Corazones, porque la Beca Menudos Corazones realmente ha supuesto un empuje para quienes formamos el grupo de investigación. Los niños con cardiopatías congénitas y sus familias son el centro de nuestro trabajo. Por ello, que una entidad de pacientes nos conceda su ayuda económica para desarrollar este proyecto con el que mejorar la calidad de vida y el pronóstico de estos niños es un gran honor, un orgullo.