El abrazo de su hijo en la meta, el mayor premio
El pasado 11 de junio fue el pistoletazo de salida para el reto solidario de David. El abrazo de su hijo en la meta, el mayor premio. Este corredor de ultrafondo nos cuenta qué le llevó a convertir sus pruebas de 212 kilómetros en una iniciativa de ayuda a niñas y niños con cardiopatías congénitas.
Fue el 23 de diciembre de 2016, víspera de Nochebuena, cuando la cardióloga del Hospital 12 de Octubre de Madrid nos comunicó a mi mujer y a mí que uno de nuestros gemelos venía con una cardiopatía congénita y tendría que ser operado del corazón al nacer. Fue un momento tan duro como inesperado.
Menudos Corazones nos abrió entonces sus puertas ofreciéndonos de forma desinteresada todos sus recursos para sobrellevar de la mejor manera posible la incertidumbre a la que nos enfrentábamos; y, envueltos en el frío del delicado pronóstico, sentimos el calor de unos brazos que nos ofrecieron todo su ánimo y apoyo.
En medio de aquella ola que de repente nos había anegado y de la que desconocíamos cómo emergeríamos y cómo nuestro hijo Miguel saldría a flote, el equipo de Menudos Corazones y los profesionales del Hospital 12 de Octubre de Madrid, con sus palabras de aliento y esperanza, nos hicieron recuperar el sentido común y la confianza. ¿Por qué no? ¿Por qué no iba a salir todo bien?
Hoy Miguel tiene cinco años y su cardiopatía congénita está estabilizada; y a día de hoy, goza de una salud que le permite realizar una vida como la de cualquier otro niño de su edad.
Deporte y solidaridad, ¿por qué no?
Paralelamente a nuestra vida familiar, hace dos años, cuando la pandemia paralizaba buena parte de nuestro discurrir diario y el mundo sufría los efectos de una crisis que a todos nos cogió de improviso, decidí adentrarme en el exigente mundo deportivo del ultrafondo. He sido durante muchos años corredor popular, un runner. Y en ese momento volví a pensar: ¿Por qué no? Y comencé la preparación para afrontar carreras de 100 kilómetros, de 24 y 48 horas. Desde mi Palencia natal, con el apoyo de mi amigo y entrenador Iván López, entendí que era el momento de dar un paso más y entrar a formar parte del Club Ultrafondo Cantabria, club que fue el germen del ultrafondo en España.
¿Y por qué no unir mi deporte favorito a la solidaridad? Llegó el momento de transformar mis dos pruebas más exigentes de la temporada, ‘Los 100 km Ciudad de Santander’ y el ultramaratón ‘El Soplao – El Infierno Cántabro’ con sus 112 km, en donativos para Menudos Corazones. ¿Por qué? Porque sí, porque la Fundación abrió a mi familia sus puertas dándonos un apoyo desinteresado.
Fueron muchos los que apoyaron esta iniciativa a través de sus aportaciones económicas y difusión del reto, dándome ánimos y depositando su confianza en mí y en Menudos Corazones; y con ilusión y esfuerzo conseguimos recaudar 1.235 euros, superando la cifra que se había fijado inicialmente.
El esfuerzo físico y mental en las pruebas fue enorme, muy duro, pero mereció la pena. La imagen de mi familia, de mi hijo Miguel, y el abrazo de los míos al cruzar la meta me decía que el reto estaba conseguido; esta era mi gran recompensa.
Sé que después de este reto vendrán más y sé que la solidaridad de la gente es infinita. Y que gracias a la Fundación Menudos Corazones y a los profesionales del Hospital 12 de Octubre de Madrid, mi mujer y mis hijos Clara y Pablo, así como todos los que nos quieren, podemos disfrutar de nuestro hijo Miguel, de su vitalidad, de su alegría y de todo lo que cada día nos enseña. Porque frente a las adversidades que presenta el camino de la vida, nunca estamos solos y siempre hay una salida que conduce a la esperanza.
Vivir en primera persona tanta solidaridad hace que uno se reconcilie con la sociedad, a menudo inmersa en la individualidad del ser humano. ¿Por qué no?
David Ontaneda Bravo
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