Israel Valverde: ‘Esta línea de investigación representa el futuro de la cirugía de las cardiopatías congénitas’
Entrevistamos a Israel Valverde, jefe de la sección de cardiología pediátrica del Hospital Universitario Virgen del Rocío, en Sevilla. De su mano, conocemos el proyecto ganador de la III Beca Menudos Corazones de investigación médica, que convocamos de la mano de la Sociedad Española de Cardiología Pediátrica y Cardiopatías Congénitas, fruto del esfuerzo de un equipo multidisciplinar.
¿En qué consiste, brevemente, el proyecto ganador de la tercera edición de la Beca Menudos Corazones?
El punto de partida de la investigación es que los pacientes con cardiopatías congénitas requieren, en muchos casos, cirugía de reparación de los vasos sanguíneos, como la aorta o las arterias pulmonares.
Actualmente, se pueden utilizar injertos vasculares sintéticos, de donantes humanos o animales, pero todos ellos tienen grandes limitaciones; por ejemplo, la escasa disponibilidad, el rechazo o la ausencia de crecimiento. Ello resulta en una tasa de reestenosis [cierre gradual de una arteria después de haber sido ensanchada] elevada, lo que conlleva la necesidad de nuevas intervenciones.
Frente a ello, nuestro objetivo es conseguir fabricar arterias de mediano calibre que sirvan para reparar aquellas que han nacido pequeñas o que se han dañado. Y lo haríamos con impresión 3D, tomando células madre mesenquimales del paciente y preparando lo que llamamos scaffold, un andamio donde pudieran crecer indicándoles la diferenciación celular que deseamos. Una vez tuviésemos ese parche cultivado, podríamos aplicarlo.
Esta tecnología podría garantizar en un futuro el disponer de un tejido con la geometría adaptada a cada paciente y con sus propias células, de forma que no generara rechazo, se autorreparara y creciera adaptándose al crecimiento del propio paciente.
Anteriormente, habíais trabajado con plástico, llegando a crear copias exactas en 3D de los corazones que ibais a intervenir para ensayar y planificar la operación. ¿Cómo disteis el salto a la fabricación de parches vasculares?
En investigación, como en casi todos los aspectos de la vida, uno se siente muy a gusto en su zona de confort. Habíamos alcanzado grandes logros con el plástico, liderando estudios, proporcionando estos corazones en 3D a más de 11 países de todo el mundo…
Pero la tecnología llega hasta un punto en el que puedes acomodarte o dar el salto hacia la innovación. Y cuando eso sucedió, decidimos buscar a personas expertas en diferentes áreas que nos ayudasen a abordar los problemas que nos íbamos encontrando. El éxito de cualquier proyecto radica en eso, en llamar a la puerta de quienes poseen los conocimientos, las habilidades y la experiencia; y trabajar en equipo. Un equipo donde cada integrante aporta lo que mejor sabe hacer.
¿Qué especialidades están implicadas en esta investigación?
La ingeniería tisular, que aplicamos en este estudio, es uno de los pilares de la medicina regenerativa. Se trata de un área multidisciplinar que aplica los principios de la ingeniería, la biología y las ciencias de la salud para el desarrollo de estructuras biológicas, como los parches vasculares.
En esta ocasión, los investigadores pertenecen a 5 centros distintos: el Grupo de Fisiopatología Cardiovascular del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBIS); la facultad de ingenieros de las universidades de Málaga y Sevilla; el Grupo de Investigación INNANOMAT de la Universidad de Cádiz; y el hospital sevillano Virgen del Rocío.
Y es que la investigación en medicina va cada vez más allá de lo que cada uno hagamos por nuestra cuenta. Sin la colaboración, no vamos a ningún lado.
¿Qué ha supuesto la concesión de la III Beca Menudos Corazones para vosotros?
Es un impulso muy importante para nuestro grupo. Y lo es desde el punto de vista económico, por un lado, pero también por lo que significa que apostéis por la investigación.
Me refiero al espectacular impacto que la Beca Menudos Corazones ha logrado en la sociedad, en términos de divulgación y sensibilización. Es fundamental que la gente entienda la importancia de investigar y lo viva como algo propio en lo que merece la pena invertir.
No podemos daros más que las gracias, estamos tremendamente agradecidos.
Además, es una apuesta por fomentar la investigación a nivel nacional muy necesaria.
¿En qué sentido?
La inversión en ciencia en España está muy por debajo de la media en otros países europeos, lo que limita tremendamente el potencial de las investigaciones nacionales y favorece, por otra parte, la fuga de talento a otros lugares.
Apoyos como el de Menudos Corazones son todo un estímulo para nuestro grupo, nos ayuda a financiar a investigadores y a retener el talento.
Y eso repercute en que el fruto de estas investigaciones tendrá un retorno claro a la sociedad y, en particular, hacia nuestros pacientes con cardiopatías congénitas en un futuro no muy lejano.
Para hacernos una idea, ¿qué casos se verían más beneficiados por esta técnica?
En principio, todos aquellos en los que necesitasen una reparación. Por ejemplo: coartaciones, comunicaciones interauriculares e interventriculares, ventanas ortopulmonares… Lo bueno de esto es, además, que se trata solo de una línea de investigación: nosotros estamos centrados en las arterias; pero puede servir a su vez de base para otros proyectos relacionados con las válvulas, el miocardio…
Por otra parte, a día de hoy, ciertas reparaciones nos ayudan a ganar tiempo; pero las piezas que utilizamos son de repuesto o ajenas al paciente. Eso significa que se quedan pequeñas, pueden romperse… requiriendo reintervenciones. Sin embargo, empleando su propio tejido, abrimos la posibilidad de realizar una sola operación a lo largo de la vida, en función del tipo de cirugía.
Un año después de ser elegido por el jurado de la convocatoria, ¿qué avances ha habido en el proyecto?
Ahora mismo, la bio-impresión, la ingeniería tisular, es una realidad en el laboratorio. Es espectacular lo que está creciendo esta tecnología: hace cinco años ni nos planteábamos; ni hace una década imprimir en 3D. Y ya estamos aquí, pero es verdad que aún queda mucho por andar y desarrollar en este campo.
Porque siempre sentimos cierta urgencia en avanzar, y eso está bien; pero es importante garantizar en laboratorio la seguridad de los parches previamente. Y también lo es ser prudente y no engañar a la gente con las previsiones. Puede que los resultados tarden en llegar varios años, hasta poder realizar los primeros implantes en pacientes. Yo me atrevo a decir que puede ser una realidad en 10 años; y, si lo fuese antes, resultaría un éxito.
Lo que está claro es que esta línea de investigación representa el futuro de la cirugía de las cardiopatías congénitas y, gracias a la Beca Menudos Corazones, podremos seguir avanzando en este proyecto de enorme potencial.
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