‘Lucía me demuestra cada día que con ganas, trabajo y constancia todo se puede conseguir’
Mi hija Lucía, que hoy cumple un año, llegó al mundo el 26 de agosto de 2022. Lo que nadie sabía era que venía con una cardiopatía congénita no diagnosticada durante el embarazo: drenaje venoso pulmonar anómalo total. Una cardiopatía grave, que nos dijeron que era incompatible con la vida, y muy poco común.
Lucía es una ‘una luchadora incansable’.
La operación de Lucía: tres ángeles de la guarda
Tras dos días ingresada en la UCI sin saber por qué Lucía no podía respirar, el Dr. José Manuel Velasco y la Dra. Nuria Gil descubrieron que venía con una malformación en el corazón que había que operar de manera urgente. Estas dos personas fueron los primeros ángeles de la guarda que me crucé en este camino y a quiénes estaré eternamente agradecida. Mi mente no podía asimilar aquel dibujo del corazón y lo que los cardiólogos nos estaban tratando de explicar.
Dos días más tarde de nacer en el Hospital Universitario Vithas (Aravaca, Madrid), un domingo 28 de agosto, se puso en marcha el operativo y trasladaron a Lucía al Hospital La Paz en Madrid. En unas pocas horas estaba entrando a quirófano. Se podía ver en las miradas de cardiólogos y cirujanos la gravedad de la situación. Como madre era muy complicado de asimilar que mi bebé de dos días tenía que someterse a una operación de urgencia porque las horas corrían en su contra.
“Por favor, cuida de mi hija”, esas fueron las palabras que le dije al cirujano al mando de la operación, el Dr. Álvaro González Rocafort, y así lo hizo. El Dr. Rocafort fue el tercer ángel de la guarda que me encontré en este camino. Junto a él estaban dos magníficos cirujanos, el Dr. Juvenal Rey y la Dra. Blanca Torres, que acompañaron a Lucía en esta batalla. Con tan solo 48 horas de vida y tras ocho horas de cirugía, Lucía había sido capaz de sobrevivir a esa larga operación.
Lucía, en los brazos de Leticia, su mamá, y Ricardo, su papá, ya en la planta del Hospital La Paz, un mes después de ser operada.
Cirugía superada y duro postoperatorio
Siempre quise que Lucía me sintiera cerca, a pesar de que nos separaban las puertas de los quirófanos de la planta primera. Mi pensamiento, mi energía y mi persona estaban siempre junto a mi hija. “Agárrate fuerte a mí que esto lo superamos juntas”. Cinco horas más tarde de comenzar la operación, el Dr. Rocafort nos informó de que la cirugía había salido bien y que estaban controlando el sangrado.
Como un mantra empecé a repetirme una y otra vez que Lucía estaría bien y tres horas más tarde, a las dos de la mañana, las puertas del quirófano volvieron abrirse. Salimos corriendo hacia los cirujanos y según me iba acercando sabía que Lucía seguía con vida. Nunca olvidaré la expresión de los ojos del Dr. Juvenal junto a su dedo pulgar hacia arriba transmitiéndome sin palabra alguna que Lucía lo había conseguido.
Tras superar las primeras 48 horas de vital importancia, nos enfrentamos a un postoperatorio que no fue nada fácil, fue muy duro. Como madre, sientes impotencia y dolor por ver sufrir y jugarse la vida a un hijo, pero buscas aprender, mejorar y crecer como persona para estar a la altura de tu hija.
“Agárrate fuerte a mí que esto lo superamos juntas”
Ejemplo de aprendizaje
Un mes más tarde, nos íbamos a casa con nuestra pequeña guerrera. Recuperamos nuestro tiempo perdido con siete maravillosos meses de lactancia materna. Las intenciones de Lucía estaban claras, ella había venido a este mundo a vivir. Hoy en día Lucía es una niña muy feliz.
Agradezco a esos ángeles de la guarda cada sonrisa que mi hija me regala cada día. Lucía no sólo tenía una cardiopatía congénita sino también una enfermedad rara asociada llamada Síndrome de Poland. En medio de este año lleno de sufrimiento e incertidumbre he sido feliz por seguir tan de cerca el milagro de la vida. Lucía se ha convertido en mi ejemplo de aprendizaje. Sin el músculo pectoral derecho y una hipoplasia en su brazo, Lucía me demuestra cada día que con ganas, trabajo y constancia todo se puede conseguir.
Dentro del shock que supuso una operación de urgencia a corazón abierto y un síndrome poco habitual, he intentado normalizar la situación. Cuando tienes una luchadora incansable como hija, sólo te queda como madre dar el 100% de ti. Juntas nos superamos cada día y aprendemos a trabajar en equipo. Juntas hemos aprendido a que el juego es la mejor terapia emocional y corporal. Juntas hemos llorado cuando los ejercicios no nos salían y juntas hemos reído cuando lo conseguíamos. Juntas vivimos cada día en terapia donde grandes profesionales nos acompañan, nos animan, nos sostienen, nos ensalzan y hacen que el camino sea más llevadero.
Hoy en día, y gracias a su fortaleza, Lucía es una niña ‘muy feliz’.
Lección de vida
La vida te enseña que no podemos cambiar el presente, ni predecir el futuro, solo intentar centrarnos en vivir el día a día sin intentar ahogarnos en millones de porqués. Gracias, Lucía, por tu fortaleza, siempre soy y seré tu más fiel admiradora.
Gracias a Menudos Corazones por acompañarnos tan bien, a nuestra familia y amigos y gracias a mi amiga Silvia, mi más bonita casualidad en todo esto.
Te quiero, Lucía.
Leticia, la mamá de una heroína.
Conoce otras "Historias con corazón"