Noemí: ‘A mi madre le dijeron que no podría tener hijos y aquí estoy contando su historia 30 años después’
Mi madre, María del Carmen, nació hace 56 años con tetralogía de Fallot en Torralba de Oropesa, un pueblecito de Toledo (Castilla-La Mancha). Fue a los pocos meses de nacer, a raíz de un catarro, cuando los médicos detectaron que algo no iba bien y vieron que podría tratarse de una cardiopatía congénita. Sus tres hermanos recuerdan que mi madre siempre tenía las uñas y los labios morados, y que se ponía en cuclillas porque se cansaba al andar. En el pueblo la llamaban y la siguen llamando «la niña del corazón».
Poco tiempo después, mi abuela tuvo que marcharse a Madrid con mi madre para que pudieran operarla. Ambas recuerdan aquel momento como muy duro, pues mis tres tíos tuvieron que quedarse a cargo de mi abuelo y no acababan de acostumbrarse a la distancia. Pese a todo, siempre han destacado que hicieron muchos amigos en el hospital durante aquella época.
Mi madre tenía seis años cuando fue operada en la antigua Escuela Nacional de Enfermedades del Tórax (Madrid) y no ha tenido que someterse a más intervenciones hasta hace unos meses, con 55 años, cuando gracias a una cardioversión pudieron corregir el ritmo de su corazón.
Ser madre con una cardiopatía congénita
La vida de mi madre siempre ha estado condicionada de alguna manera por su cardiopatía. Siempre ha tenido alguna limitación. Por ejemplo, ella recuerda cómo, siendo pequeña, sus hermanos tenían que llevarla cogida a hombros, y yo me acuerdo que se apuntó a clases de gimnasia y tuvo que dejarlo porque nunca ha podido correr ni para coger el Metro.
Desde que tengo uso de razón siempre he sabido que mi madre nació malita y que la operaron al poco tiempo. Le dijeron que no podría tener hijos y aquí estoy, con 30 años contando su historia para Menudos Corazones, fundación que nos aporta aprender muchas cosas desde la experiencia de otros pacientes.
Mi madre tuvo un parto normal y me crio normal. No hemos podido dar grandes carreras, pero no nos ha hecho falta. Nunca he tenido alguna carencia por parte de mi madre en cuanto a educación.
Siempre he vivido su patología con la normalidad que ella le ha dado. Mi madre nunca ha tomado medicación hasta hace dos años, debido a la aparición de arritmias asociadas a su cardiopatía que la llevaron a operarse. En ese momento nos asustamos mucho y nuestra vida, especialmente la suya, ha cambiado a raíz de la cardioversión.
Hasta los 55 años, la salud de mi madre, pese a algunas limitaciones, ha sido un regalo de la vida. Ahora hay que afrontar nuevas etapas de la enfermedad y sufre ahogo y cansancio crónico desde la intervención.
Un vínculo inquebrantable
Mi madre y yo estamos muy, muy unidas. Somos uña y carne y es mi pilar en la vida. Siempre ha sido algo más que una madre, una amiga con la que he podido contar para casi cualquier cosa. Podría decir que tengo una madre de 10, con varios remiendos, pero con el corazón más grande que existe.
Me ha dicho que su sueño actual es poder recuperar la calidad de vida que tenía antes de que aparecieran sus arritmias. Eso le ha afectado a nivel psicológico, pero al estar tan unidas estoy consiguiendo que vuelva a sonreír como otras veces ella ha hecho conmigo.
Ojalá pronto se encuentre mejor y podamos hacer realidad su verdadero sueño: viajar mucho juntas.
Noemí Sánchez, hija de María del Carmen
Julio de 2023
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