Carlitos, muestra del amor más puro y real
Patricia comparte la historia de su hijo Carlitos, de cuatro años: un superguerrero que llegó a su vida para mostrarles «el amor más puro y real», asegura. Después de conocer a Menudos Corazones a través de las redes sociales, trazó una genuina amistad con otras madres de peques con cardiopatías congénitas y tiene claro que, «cuando se pasa algo tan doloroso, es maravilloso poder ayudarnos».
Soy Patricia, la mamá de Carlitos. Cuando me quedé embarazada de él, estábamos en plena pandemia y me iban cancelando muchas citas de seguimiento. Aunque me vieron poco para lo que suele ser habitual, aparentemente todo iba bien. Era un niño muy deseado y nunca pensamos que pasaríamos por todo lo que os voy a contar.
Di a luz un 29 de agosto de 2020. Tras un parto completamente normal, Carlitos llegó a nuestras vidas para enseñarnos el amor más puro y real.
Al día siguiente, a eso de las 13:30, me di cuenta de que estaba como un poco azulado la zona de su bigote y el entrecejo. Vino la pediatra y me preguntó cuánto tiempo llevaba así, con ese color… No me dio tiempo a responderle cuando se lo llevó en brazos corriendo y buscando una cuna para ponerle oxígeno. Vi a la doctora pasar a toda prisa y mi marido, Carlos, se fue detrás.
Al cabo de un par de horas sin saber nada, entró mi marido en la habitación con un montón de papeles. Me dijo que tenían que operar a nuestro niño de corazón. Había que hacer transposición de grandes arterias, cierre de comunicación interventricular (CIV) y de comunicación interauricular (CIA)… No dábamos crédito a lo que nos decían ¡y a que no hubieran visto nada antes!
Nos reunió el cirujano cardiovascular, Francisco Vera Puente, para explicarnos cómo sería la intervención, en una semana, para que así pudiera coger algo más de peso. Pero al día siguiente nos volvió a reunir: “Hay que operarle mañana”; Carlitos y su pequeño corazón no podían esperar, eso fue lo que nos dijo. Había un quirófano libre para primera hora.
La operación duró desde las 9 hasta las 18:00. Fue todo un éxito. Lo prepararon y lo subieron a la UCI de pediatría, donde nos dejaron verlo. Primero entró mi marido y después entré yo, solo pudimos estar 5 minutos porque al encontrarse en la zona de pacientes críticos teníamos horario de visita y ya había pasado.
A la mañana siguiente volvimos. Pasó primero mi marido, después yo. Me advirtieron que no me asustara, Carlitos estaba sedado y podía tocar su mano… Cuando puse mi mano encima de la suya, abrió los ojos. Los médicos dijeron que no podía ser, seguía entubado y sedado… ¡no daban crédito!
En ese momento me di cuenta de que mi hijo iba a salir adelante. Nada iba a poder con él. Si vierais los ojos con los que me miraba, vosotros también descubriríais en ellos la valentía y la fuerza de un superguerrero.
Me pidieron que saliera de la habitación, ya que no era posible subirle más la sedación y su corazón no podía estar tan agitado.
Al tercer día, le quitaron el marcapasos. Tuvo un postoperatorio complicado, dábamos un paso adelante y tres hacia atrás: líquido en los pulmones, un coágulo alrededor del corazón, una bacteria hospitalaria… Era muy duro ver a nuestro hijo lleno de cables, sufriendo, sin poder darle el pecho; tenía una vía en el cuello con la que debíamos tener mucho cuidado al cogerlo.
Al cabo de 32 días, nos dieron el alta. Nos fuimos a casa, en Alhaurín de la Torre (Málaga), con muchas ganas de empezar nuestra preciosa y difícil aventura: cuidar y proteger a nuestro primer hijo, un niño con cardiopatía congénita, que ha llegado para comerse el mundo. Nuestro espartano Carlitos.
Actualmente, tiene 4 años. Es un niño muy activo, cariñoso, gracioso, le encantan las motos, viajar, coger su bici eléctrica, la natación… Y el colegio lo lleva superbien. Es todo un amor de hijo y continúa con sus revisiones periódicas en el Hospital Materno-Infantil de Málaga, al que no podemos dejar de agradecer todo lo que hicieron, y continúan haciendo, por nuestro pequeño.
Gracias a Francisco, su cirujano, porque por él y por la fuerza de Carlitos hoy podemos seguir juntos; al equipo de la UCIP, en especial a jefe de planta, José Luis; a Raquel, una de las mejores pediatras y a Marina, una enfermera que hizo que mis días allí fueran mucho más «fáciles».
En este tiempo, conocimos por Instagram a Menudos Corazones. Esta Fundación da visibilidad a lo que vivimos y nos da la oportunidad de ayudarnos unas familias a otras. Gracias a ella, una madre de Teruel se puso en contacto conmigo porque su hijo había pasado por lo mismo recientemente; y, por otro lado, una muchacha de Almería le había escrito a ella porque su hija, con una cardiopatía congénita, iba a nacer próximamente en Málaga. No podíamos quedarnos de brazos cruzados y mi marido, Carlitos y yo les dimos todo nuestro apoyo.
Cuando se pasa algo tan doloroso, es maravilloso poder ayudarnos. A día de hoy, somos 3 mamis guerreras que hemos trazado una amistad muy bonita. Siempre les digo que estaremos marcadas de por vida, como nuestros preciosos guerreros y guerreras. Ellos llevan su cicatriz por fuera y, nosotras, dentro de nuestros corazones.