Pedro del Nido: ‘Lo que ahora parece imposible, en diez años no lo será’
En marzo, antes de participar en la V Jornada de Cardiología para Niños, Jóvenes y Familias, tuvimos la oportunidad de preguntar a Pedro del Nido, jefe de cirugía cardiaca en el Boston Children’s Hospital (Estados Unidos) sobre los avances en el campo de la cirugía infantil, el estado de la cardiología pediátrica en España y el motor de su día a día: los pacientes.
¿Cómo ves la situación de la cirugía cardiaca infantil en España y, en general, la atención en el ámbito de la cardiología pediátrica?
Yo viajo por todo el mundo y España es, para mí, un lugar donde la dedicación de los profesionales sanitarios a sus pacientes es muy notable. Es lo que más me impresiona, siempre. Además, sus habilidades y conocimientos son muy buenos. La diferencia que aprecio es que hay muchos hospitales que realizan cirugía cardiaca pediátrica y eso dificulta que se pueda concentrar la experiencia. Para cardiopatías más frecuentes no tiene mayor importancia, pero en Boston hemos aprendido que, para casos más complejos, se producen mayores avances concentrando la experiencia. De esta manera, se pueden desarrollar nuevas técnicas y ganar conocimiento más rápidamente.
Tu hospital es referente internacional en la atención pediátrica y en el tratamiento de enfermedades complejas y poco frecuentes. ¿Qué soluciones que allí se practican podrían aplicarse próximamente en nuestro país?
Cuando en Boston implementamos algo nuevo y beneficioso, los centros hospitalarios españoles tienen mucho interés en aprenderlo y ponerlo en práctica. ¡Es una de las razones por las que me gusta venir! En esta ocasión, nos hemos enfocado, sobre todo, en problemas valvulares, presentes en un alto porcentaje de las patologías que tratamos. Disponemos de soluciones desarrolladas para adultos, pero que no sirven para niños. Por ello, hemos tratado de abordar técnicas para la reconstrucción de válvulas propias y hemos logrado buenos resultados. Creo que esto va a suponer un gran avance.
Cuando comenzaste a dar tus primeros pasos como cirujano, ¿podías imaginar ciertos progresos que a día de hoy son una realidad?
¡Eso es lo más interesante! Lo que ahora parece imposible, en diez años no lo será. En medicina, especialmente en cardiología pediátrica y aún más en cirugía cardiaca infantil, evolucionamos rápidamente. En particular, se han producido muchos avances en el diagnóstico: antes teníamos que darlo en base a una información indirecta; en la actualidad, sabemos exactamente qué es lo que está pasando y, cada vez más, con estudios no invasivos.
Se considera la ‘cardioplegia Del Nido’ una de tus mayores aportaciones al campo de la cirugía cardiotorácica. ¿En qué consiste?
Se trata de una solución que contiene electrolitos para preservar el corazón durante el periodo en que se está realizando la cirugía, lo cual es necesario ya que hay que detener el corazón para practicar ciertas intervenciones. Anteriormente, los cirujanos contaban con un periodo muy corto de tiempo para hacer una reparación del órgano y los resultados no eran tan satisfactorios debido a las prisas. Esta tecnología permite darles más tiempo. Hace casi 20 años que descubrimos, investigando en laboratorio, que hay una estrategia para preservar el corazón utilizando, fundamentalmente, su propia habilidad para protegerse. ¡Y nos dio buenos resultados! Lo desarrollamos para niños, sin pensar en los adultos, pero también funciona para ellos. Además, es una solución sencilla y muy barata, por lo que su uso se ha extendido a muchos lugares, especialmente donde los recursos son limitados.
¿Es también el logro del que te sientes más orgulloso?
No [risas]. Mi mayor orgullo son mis pacientes porque, al fin y al cabo, son la razón por la que uno hace todo esto. Hace poco, por ejemplo, vi a una chica a la que operé hace doce años, cuando era un bebé; ahora ha crecido y está bien. Eso para mí es más sagrado y justifica todo el trabajo.
En el momento en que hacemos esta entrevista, está en marcha la segunda convocatoria de la Beca Menudos Corazones [ya concedida]. ¿Cuál es el papel de la investigación en la mejora de la calidad de vida de las personas con cardiopatías congénitas?
Cuando fui a hacer mi residencia me dieron una plaza en un laboratorio de investigación, casi por casualidad, pero fue lo mejor que podía haberme pasado: me abrió un mundo que no conocía. Formarme así me ha aportado mucho a lo largo de la carrera. El mayor problema en este campo no es la falta de ideas. Lo verdaderamente difícil es estudiarlas, analizarlas y comprobarlas. Con demasiada frecuencia, las ideas se pierden por falta de recursos. Por ejemplo, muchas veces, los problemas pediátricos quedan relegados a un segundo plano frente a los de los adultos. Apoyos como esta beca son sumamente importantes para la mejora de las condiciones de estos niños y niñas.
¿Cómo valoras el papel de entidades de pacientes como Menudos Corazones?
Tienen una función sustancial a la hora de informar a las familias de niños con cardiopatías. Los médicos podemos explicarles la anatomía, la fisiología… en fin, la parte científica; sin embargo, para la parte humana no somos, a veces, tan buenos como nos gustaría. Las organizaciones de pacientes, como Menudos Corazones, ayudan a padres y madres a entender y a manejar la problemática, a conocer las soluciones y a comprender que hay más personas en su misma situación. Por eso yo les digo: sigan esforzándose, sigan avanzando, porque ustedes tienen mucha fuerza y mucho poder.
¿Cómo es tu relación con las familias de los niños y las niñas a los que tratas?
Siempre tenemos una relación muy especial con los padres, que no se pierde nunca: ellos te prestan lo más importante de su vida por un tiempo y depositan en ti la confianza de que vas a cuidarlo y de que se lo vas a devolver mejor.
¿Qué les dirías hoy a unos padres que acaban de saber que su hijo o su hija tiene una cardiopatía congénita y pasará, muy posiblemente, por un proceso quirúrgico?
Que no se desanimen. Actualmente, hay muy pocos casos que no podamos mejorar o, incluso, curar completamente, un concepto del que se habla ya con frecuencia. El diagnóstico de una cardiopatía congénita es un shock para los padres, pero hay que afrontar el problema y ayudar a su hijo a superarlo.