El legado de Olimpia
En el Día Mundial de la Muerte Gestacional y Perinatal, damos voz a Rocío y Paco, padres de Minerva, de Tristán y de Olimpia, que nació con una cardiopatía congénita y falleció a las pocas semanas de nacer. Con su testimonio de amor, gratitud y serenidad, nos unimos a la conmemoración de esta fecha.
Olimpia nació el 16 de diciembre de 2019. Durante el embarazo detectaron que tenía una cardiopatía, canal AV, asociada a su trisomía del cromosoma 21 (síndrome de Down), y nos dijeron que necesitaría ser operada en torno a los 6 meses de vida. Tras el gran golpe inicial por el diagnóstico, y sabiendo que el camino no iba a ser fácil, decidimos que lo afrontaríamos. Haciendo honor al nombre de nuestra hija, Olimpia, superaríamos satisfactoriamente junto a ella todas las pruebas que nos pusieran.
Pero poco antes de nacer, le detectaron una cardiopatía más: coartación aórtica. En este caso, sí nos advirtieron de que tendría que ser intervenida prácticamente de inmediato así que la idea de que pudiera venirse a casa con nosotros quedaba totalmente descartada. Esta noticia fue un gran mazazo, muy abrumadora. Ya teníamos asumido que Olimpia sería una gran luchadora, pero no esperábamos que tuviera que quedarse ingresada nada más nacer.
Nuestra preciosa hija nació y a los tres días de vida fue intervenida de la coartación aórtica. Nos dijeron que la operación había ido bien… pero Olimpia no se recuperó como se esperaba. Siguió luchando, y luchando, y tras 2 meses y 10 días en la UCI de Neonatología del Hospital Gregorio Marañón (Madrid), durante los cuales fue intervenida en más ocasiones, tuvimos que decirle adiós el 25 de febrero de 2020. Es el momento más terrible, más temido y más duro que unos padres puedan afrontar.
El impacto de una vida
Si nos preguntaran qué aprendizajes de la vida de Olimpia se nos han quedado grabados, diríamos que el primero de todos es cómo el amor se puede manifestar de tantas y diversas maneras. Nuestra pequeña levantó una ola de amor, y sentimos que esa ola llegaba a todos los que la conocieron e incluso a personas que no la pudieron conocer, pero la amaron igualmente.
También aprendimos el valor de la vida y de la salud, algo que en muchas ocasiones se da por seguro. Descubrimos cuán frágil puede llegar a ser y la importancia de apreciar correctamente la suerte que tenemos cuando estamos sanos.
Nuestra hija mayor, Minerva, también nos enseñó a mirar con sus ojos de hermana y a valorar sus expectativas. Por ejemplo, que una experiencia aparentemente sencilla, como dar un paseo en familia, en realidad habría sido algo maravilloso.
Pero, sin duda, el aprendizaje más importante de todos es que gracias a Olimpia ahora sabemos que una vida no se mide por su duración, sino por su impacto. Y el impacto de Olimpia ha sido descomunal: para nosotros, para su hermana mayor y para toda su familia. Siempre está presente, desde un prisma de amor, y ha conseguido que en nuestra vida haya un antes y un después. Y nosotros, sus padres, haremos que su legado perdure y sea relevante.
Gracias por tantos inmensos corazones
En un día como hoy, queremos dar las gracias a los grandes profesionales (mejor aún, grandes personas con un corazón inmenso) y a la gente muy bonita que cuidó de nuestra hija y, por ende, de nosotros. Olimpia estuvo en las mejores manos, unas manos que hicieron por ella todo lo posible.
Desde el cuadro médico del hospital, enfermeras, auxiliares… todos ellos se convirtieron en nuestras personas de referencia, con las que compartimos horas y horas. Fueron de gran ayuda y, junto con el apoyo de la familia, pudimos afrontar la estancia de Olimpia en la UCI.
Pudimos estar con ella siempre y hasta el último momento. Pudimos despedirla, tomarnos nuestro tiempo, y acompañarla hasta el final. Su hermana tuvo la oportunidad de darle un beso y nuestra bebé falleció en brazos de mamá y papá. Estaremos siempre agradecidos por ello.
También tuvimos la gran suerte de recibir el apoyo de Menudos Corazones desde antes de que Olimpia naciera. Ana Belén, su psicóloga, nos acompañó y nos dio consejos sobre cómo afrontar la estancia de nuestra hija en los cuidados intensivos del hospital, poniendo en valor el trance por el que estábamos pasando y acompañándonos en el proceso.
Cuando Olimpia falleció, pese a las restricciones por la pandemia, seguimos en contacto con ella. Poco a poco, pudimos ir avanzando, participando en las sesiones del grupo de duelo de la Fundación, donde nos encontramos con otros padres que también sufren por el fallecimiento de sus bebés.
Existe cierto tabú en nuestra sociedad con todo lo relacionado con la muerte y más aún si se trata de una muerte temprana. Que haya un día internacional para visibilizar el duelo gestacional o perinatal es muy importante. ¡Y es que nuestra bebé es importante!
Para los padres que hemos pasado un trance así, nuestros hijos siguen formando parte de nuestra existencia y nunca deberíamos sentir que se minimiza la importancia de su vida, independientemente de su duración.
Rocío y Paco
Octubre de 2021
Si sientes que necesitas apoyo y acompañamiento en el duelo, puedes escribir un correo a grupoduelo@menudoscorazones.org o consultar nuestros recursos de ayuda para familias que han perdido un hijo o una hija con cardiopatías congénitas.
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