Noa y Ainoa: una amistad desde antes de nacer
La amistad es, de todas las cosas que comparten Noa y Ainoa, la más importante. Sus madres se conocieron siendo adolescentes y la historia de sus hijas, atravesada por las cardiopatías congénitas, ha vuelto a unirlas. Las pequeñas han heredado de ellas uno de los mayores regalos de la vida: ser amigas.
Somos Lara y Amalia, mamás de Noa y Ainoa (de 5 años). Somos de Villarta (Cuenca) y Villamalea (Albacete) y hace muchos años que nos conocemos. Éramos dos adolescentes cuando la vida nos unió, pero sin idea de que nos sorprendería como lo ha hecho: uniéndonos para lo bueno y también para lo peor.
Noa nació el 30 de septiembre de 2018 y, Ainoa, dos meses después, el 30 de noviembre. Las dos niñas fueron diagnosticadas en 2023 con cardiopatías congénitas.
El diagnóstico de Noa
Noa, un día como otro cualquiera, y al igual que muchas niñas, se puso malita. Como padres, la llevamos al médico y allí, al tener fiebre y estar pachucha, nos dijeron que no veían nada raro: solo un soplo inocente, que podíamos mirar cuando ella estuviese recuperada.
Como no nos quedamos tranquilos, decidimos consultar a un médico privado y allí nos dieron la peor noticia que unos padres pueden recibir: que Noa tenía que ser operada a corazón abierto, porque tenía las venas pulmonares anómalas. El diagnóstico fue: drenaje venoso pulmonar anómalo, con comunicación interauricular y uptus. Todo se nos vino abajo, pero pronto nos hicimos fuertes para que nuestra hija no notara nuestro malestar y pudiéramos transmitirle lo mejor que teníamos.
Volvimos a los médicos y se pasaron seis meses hasta que la operamos. No era urgente, pero no podíamos esperar más. Éramos conscientes de que había qué hacerlo cuanto antes para poder pasar página.
Todo esto vino acompañado de más motivación, ya que fue cuando nos enteramos de que Ainoa (la hija de Amalia) tenía que pasar por algo similar. Ya no estábamos solos en esto.
El soplo de Ainoa
Ainoa, al igual que Noa, comenzó a ponerse malita, con un virus que nada tenía que ver con lo que nos esperaba. Decidimos llevarla a urgencias pediátricas y allí le vieron un soplo. Nos quedamos sorprendidos porque en sus 5 años jamás se le había escuchado y, tras varias horas de espera, decidieron mandarnos a cardiología infantil.
A la semana, fui a la visita y allí fue cuando me dieron la noticia: Ainoa fue diagnosticada con una cardiopatía llamada coartación de arteria aorta. Tenían que hacer un TAC (un examen diagnóstico por imagen) para valorar si la niña era operada mediante cirugía a corazón abierto o mediante un cateterismo.
En esos momentos, a mí el mundo se me cayó encima. Nunca hubiese imaginado que mi hija tendría que pasar por algo así, siendo una niña fuerte y sana.
Lo de las niñas ha sido un milagro, ya que sus cardiopatías suelen ser diagnosticadas al nacer y operadas a los pocos meses. De no haberse detectado a tiempo, podrían haber tenido consecuencias muy graves durante su adolescencia o siendo adultas.
La amistad, un salvavidas
Las mamás siempre estábamos en contacto porque al ser amigas todo era más fácil. Nos apoyábamos y nos contábamos todo, teníamos conversaciones de horas y horas, hablando de lo que nos tocaba vivir y sin entender por qué la vida nos había castigado así.
Ainoa debería haber sido operada el 15 de febrero, unos días antes que Noa, pero a las puertas del quirófano nos avisaron de que las UCIs estaban llenas y no se podían arriesgar a intervenir a la niña, así que pospusieron la operación diez días. Al final, el destino es sabio y quería que las familias viviésemos esto juntos.
Finalmente, Noa fue operada el 22 de febrero de 2024 a corazón abierto; y, Ainoa, el 27, mediante un cateterismo. Pudimos estar juntas en el hospital apoyándonos, con la incertidumbre de si nuestras hijas saldrían bien de esta pesadilla. Además, el hospital nos facilitó compartir la misma habitación, lo que a las niñas les vino genial para su pronta mejoría y para que, dentro de esa mala vivencia, lo vieran como algo natural y no se les quedase un mal sabor de boca.
Noa y Ainoa se han hecho inseparables y salieron más fuertes de sus intervenciones que nunca, con muchísima energía (al igual que nosotros).
Ha sido una experiencia agridulce, que jamás olvidaremos. Pero hemos aprendido una gran lección de vida de nuestras pequeñas. Son unas auténticas guerreras y hemos visto que al final del túnel siempre hay luz.
Siempre juntas, amigas de corazón.
Dos corazones agradecidos
Queremos agradecer a todo el equipo del Hospital Gregorio Marañón por su gran esfuerzo y dedicación, a nuestra cardióloga del Hospital General de Albacete y a la Fundación Menudos Corazones por ser nuestra voz.
También queremos hacer un llamamiento a todos los profesionales de sanidad: por favor, si os llega algún niño con un soplo, derivadlo a cardiología: se pueden salvar muchas vidas. Los soplos en niños a veces son inocentes, pero otras no; claro ejemplo, el de nuestras pequeñas.
¡Gracias!
Lara y Amalia.