Cuidador: tú también debes cuidarte
Cuidar a tu hijo o tu hija es muy importante. Pero cuidarte tú, también lo es, tanto en los períodos de hospitalización como en el día a día. Si sientes cansancio, tristeza, enfado o estrés, la atención que prestes a tu hijo y las decisiones que tomes sobre la misma no serán las mejores. Un cuidador con sus necesidades (emocionales, personales y profesionales) cubiertas de forma satisfactoria se sentirá más fuerte ante las dificultades y tendrá más energía para las múltiples tareas diarias.
Pide y acepta ayuda
Reconocer y aceptar que la necesitas es el primer paso. Nadie puede acometer la tarea del cuidador en total soledad. Tus familiares y amigos están deseando apoyarte pero, muchas veces, no saben cómo hacerlo. Elabora un listado de las cosas que podrían aligerar tu trabajo y, la próxima vez que tus allegados te pregunten qué pueden hacer por ti, delega en ellos alguna tarea: ir a la compra, hacer la comida, ocuparse unas horas de tus hijos, acompañarte a dar un paseo…
Tómate un descanso
Es importante que tengas un respiro en el cuidado de tu hijo y te distraigas y relajes. Otras personas también pueden cuidarlo como lo haces tú y este descanso no significa que incumplas tu deber o le estés fallando. Tómate, por tanto, tu tiempo para ir de compras, leer un libro, quedar a comer, dar un paseo con algún familiar o amigo, ir al gimnasio Seguir en el mundo y atender tus propias necesidades, intereses, sueños o inquietudes será beneficioso no solo para tu estado de ánimo sino para todos los que te rodean, incluido tu hijo o hija.
Cuida tu alimentación
Ahora más que nunca, necesitas que tu alimentación sea nutritiva y equilibrada. No comas cualquier cosa, deprisa y corriendo. Toma mucha fruta, verdura, legumbres y cereales, y evita el abuso en el consumo de grasas. Aumenta tu ingesta de pescado. Bebe mucha agua y controla la sal. Trata de reducir la ingesta de productos precocinados. En algunos momentos, pueden solucionarte una comida, pero no lo conviertas en un hábito. No abuses del alcohol ni de la cafeína. Incluso, si te gusta cocinar este puede ser el momento adecuado para practicar tu «hobby» y relajarte.
Haz ejercicio físico
Practicar ejercicio con regularidad es importante, tanto para tu bienestar físico como emocional. Te sentirás más fuerte, liberarás tensiones y te ayudará a relajarte. Intenta, por lo menos, caminar 20 minutos al día si no puedes hacer otro tipo de actividad. Aprovecha las compras diarias o la visita a la farmacia para caminar en vez de coger el coche. Si tienes una bicicleta estática en casa, haz 10 o 20 minutos al día mientras ves tu programa favorito en la televisión. Emplea 10 minutos más en los trayectos de ida y vuelta al trabajo, bajándote del autobús o el metro una parada antes de lo normal. Sustituye el ascensor por las escaleras.
Controla tu estrés
La cardiopatía congénita de tu hijo es y será fuente de estrés. El primer paso para controlar tu nivel de estrés es identificar qué situaciones te alteran o angustian. De ese modo podrás entrar en acción y, bien tú mismo o con la ayuda de los profesionales, aprender a manejar esos momentos estresantes. Descubre qué es lo que te relaja y reserva un poco de tiempo cada día para hacerlo. Hay muchas cosas que te pueden ayudar, por ejemplo:
- Aprende ejercicios de relajación y respiración.
- Tómate un baño.
- Da un paseo.
- Ante una situación tensa, procura marcharte a un lugar de la casa donde puedas estar en soledad, respirar profundamente, beber un vaso de agua y tranquilizarte. Cuenta hasta diez y concédete cinco minutos de respiro.
- Escribe pensamientos positivos y déjate mensajes por toda la casa.
- Escucha música relajante.
- Sé comprensiva, no permisiva, con tus propias debilidades (no siempre hacemos todo al gusto de todos ni a la perfección).
- Realiza alguna actividad que te canse físicamente y te haga consumir energías.
- Busca soluciones prácticas a los pequeños problemas diarios.
- Habla con tu familia o tus amigos y expresa claramente lo que sientes.
Fuentes:
- Mended Little HeartGuide
- Fundación Menudos Corazones
- Artículo revista Menudos Corazones Nº 5
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